miércoles, 4 de julio de 2018
de resultas de aquello
Y resultó que era la muerte
aquella que cojeando
se acercaba a las primeras casas
del pueblo en ruinas.
Buscaba una dirección
y ni los gallos
de la madrugada conocieron
aquel idioma torpe que tocaba
en las puertas deshojadas
con un lacónico toc toc.
Hubo de ser el agua la que hiciera
borrón y cuenta nueva, con la muerte
flotando ahogada sobre el pueblo
inundado en el ochenta y siete.
martes, 3 de julio de 2018
Eran pompas de jabón
Él
reconoce las horas, unas
precisas, otras venerables
por su raíz anclada en esa
desalentada cuenta atrás que busca
entre el fragor el equilibrio.
Ella
piensa en la hora ácima del sueño,
en la del ensimismamiento
con la salpicadura de la luz
o en el sofocante segundero
que señala el final de algún rito:
fiesta, ciclo o estación, incluso
la vida uniformada de naranja
en el aséptico
corredor de la muerte.
Las horas hacen
que el tiempo se disfrace
de necesidad y nadie caiga
en el vicioso lujo de tomarlo
como un inocuo paso a dos.
lunes, 2 de julio de 2018
A dónde va el último eco
Él estuvo allí, redujo
su mirada a un aleteo
de luz convulsa y los objetos
se le volvieron familiares
en la oscuridad.
Todo ardió y quedó un resumen
a la cera perdida, como
un emblema residual.
Ahora
sus palabras son chispas
que pueden deslumbrar nuestras pupilas.
Pero seguimos
sin entender lo que nos dice.
domingo, 1 de julio de 2018
Arqueologías
Asomado a ese balcón sin barandilla
del verano, pienso
que a buenas horas llega,
con disfrazado disimulo, el sueño
reparador de la vajilla rota.
Todo
lo que la rueda pisa, lo destroza,
y rueda es esa historia
de los amaneceres incendiados
de rebeldía y de pasión, como si ya
nos diera igual tormenta que llovizna,
ahora
que ya no lleve, ahora
que todo empieza a craquelar
igual que la cerámica del sueño.
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