El humo vuelve sobe sus pasos,
no queda apenas leña que quemar
y, aunque resiste el calendario con sus días de fuego,
el frío se ha colado en nuestras casas
como un recitativo gregoriano:
no nos retires tu mirada, señor, que el aire
vive ya como una fierra en los túneles del metro,
el apocalipsis se ilumina
con bermellones de cinabrio y azules fraangélico,
la sangre del dragón se ha desbordado
y la sansilvestre se celebra
sobre tablas de surf,
(se ha retirado el dorsal 666
como homenaje al único invitado
que se niega a confirmarnos su asistencia).
(La crónica, trasmitida a distancia y con sordina,
echaba muy respetuosamente las culpas al siroco
auxiliado por ábregos y alisios:
no se puede beber de un solo sorbo
toda el agua del mar, decía, la sal aumenta la flotabilidad
y el mundo está muy soso, a punto de naufragio,
una rebelde arritmia
hace bailar las miguitas de pan sobre la hoja del periódico,
al pasar la página, un sorprendente titular:
regresa el viento después de meses inactivo
por conflictos de denominación de origen protegido,
ya se sabe, le das nombre y tiene que volver a conocerse.
La página final testimoniaba con gran despliegue fotográfico
las rogativas medievales que las comunidades rescataban
para atraer la lluvia sobre el mar).