Viene de ahí,
del vapor caliente de una noche estival en pleno marzo
con la alta espuma de un derrochado detergente
que lo mancha todo de calima,
los ojos fatigados ya no distinguen el goteo que las farolas
administran como si fueran las polillas insistentes del contraluz,
no para, no para, se prolonga por el ferial fangoso, suena
a cuero percutido, romanos con el pecho artificial golpeado
por el gladium hispano, tribus enteras pronunciando sin compasión
que arda, que se muera, peces de luz que se persiguen en el aire
y polvo, mucho polvo que acabará con nuestras voces sumidas
en ronquido,
nosotros
llevamos ya mediada la damajuana de la oscuridad
y queda aún mucho jolgorio en el dum dum de las charangas,
eso que suena es algún himno satánico o sólo es humo
producido por la mascletá?
se ven criaturas de corazón festivo, caras arreboladas,
sonrientes a pesar de los párpados a punto de caer,
vayamos a completar las libaciones, esta puede ser la última,
la dedicaremos a los muertos, a los que el ruido no molesta,
será capaz de combinar colores enemigos
y nos hará reír en orfandad tirando de memoria y nuestros padres
sabrán que algo nos duele,
tú y yo nos conocimos aquí, asomados al estribo de un convoy de feria,
íbamos a ver y terminamos siendo objeto de curiosidad
para turistas sin dinero,
y ahora pretendemos encontrar sin ayuda el vomitorio
que nos devolverá al sosiego de la noche exterior,
la que progresa en paralelo a la vorágine de aquí,
pero no es tan fácil detener el carrusel
y mucho menos apearse en marcha sin que se dañe la estructura
de este edificio construido en pólvora que ni la lluvia librará de arder.