Qué largo
se le hizo a Marta aquel minuto,
ella escuchó la voz: sal fuera,
y sus ojos se adentraron en el hueco negro,
vieron la milagrosa venda
momificando un sueño de inmortalidad,
pero hasta ella llegó el olor reptante
de la putrefacción,
-usar la fe contra el amor es muy difícil-
ni siquiera esperó por el dictamen
certificado del forense.
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