Sé que no es esa la pregunta,
pero todo apunta a que el viento de marzo no trae flores
y que en esta etapa del pensar
crecen en la frente las arrugas
del razonamiento relajado en clara apuesta por la antítesis,
los ojos tienden a bizquear tras la ranura
del obturador y ajustan con rigor un objetivo
tan nítido y seguro como borrosa es la vejez.
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