Decorado
No existe el cielo,
esa luz dorada es un reflejo
de las monedas de oro
que el contrato estipula y el viento
hace sonar como papel,
tampoco ellas existen, usan
nuestra pobreza como alfombra
para que sus pasos
suenen siempre distantes.
Hoy tu vida
ha quedado ligada a su furor y un día
te cobrarán los intereses
con la usura roja del atardecer.
En esa deliciosa incertidumbre
que nos acompaña siempre
está la salvación, dicen los salmos.
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