Juego de visillos
La admiración desobediente
negándose a sí misma,
tan grande como incomprensible
esa rebeldía ilustradora,
sospecho que algo iluminaba
por encima, a lo farol,
desde las páginas de un libro
la desnudez original,
nada de comilonas,
a lo sumo
un frugal aperitivo
como espiando cerraduras.
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