sábado, 11 de enero de 2020

Ni ciega ni desnuda




Hoy nos cruzamos con el juez
ese que levanta el brazo
y divide en dos al mundo,
igual que salomón, la calle
le borraba el brocado, iba debajo
del mismo palio que nosotros,
-la luz obrera de los martes-,

los que desnudamos la justicia
de su ropón ceremonial dejamos el paso libre, 
bajamos la cabeza y pronunciamos 
la ininteligible fórmula 
del miedo y reculamos
hacia la sombra de lo incierto,

luego, 
cuando él se ha alejado percibimos
que a nuestros labios ha subido
la mímica implacable que te ahorra 
el esfuerzo sonoro del insulto.

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