miércoles, 1 de septiembre de 2021

Apolo contra marsias, (tercer cuarto)



Es más sabio

el labio austero que se entrena

chupando regaliz o la agilísima

nomenclatura de los dedos escalando

agujeros sin trastes en romerías pueblerinas

para gobernar el púlpito del aire?


en este cuarto no esperaba ni sufrir ni morir,

sus labios no sentían la sequedad del miedo 

sino el húmedo impulso de la creación, 

el marcador sigue sumando

rodales de humo, y aunque permanezcan

las marcas inequívocas a este lado

del pasillo de dobles no será suficiente

para hacer bajar de su arbitraria silla al dúctil midas,

silva el espacio con temblor de abeja

y la melodía principal se enrosca

como glicinia entre la cal, 


el tiempo muerto no consigue 

que el agónico grito del entrenador corrija

la apatía del guarismo,

la bocina siempre llega antes, nos fundimos

entre el descontento del gentío, con el dolor de cuello

que da el esfuerzo por lograr un ace

que para el juez será segundo saque,

quizás todo el misterio se resuma en esto:

los ojos dan color a lo que miran, 


(marsias recordó que aquella flauta

la encontró en el suelo como si fuera un áspid

de los que caen desde el olimpo

en las noches de farra de los dioses).





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