IV
De allí venía yo, de la costumbre
de mantener a las palabras tras un cercado de silencio,
se hablaba poco allí, los pájaros y los animales
tampoco se rendían fácilmente a la musicalidad del pensamiento
pasado por la voz, había que entrenarles con miradas,
con actitudes mansas y distantes que les dejasen
una posibilidad para la huída, persistían los ecos
y el alboroto de los perros ente el olor a lobo,
las palabras enemistadas del pastor cuando la niebla mañanera
le obligaba a trazar nuevos careos palpando la humedad del aire
mientras pensaba en algo sólido y cantable,
todo para organizar el gran desorden de la amanecida
y caminar por las veredas que abrían las ovejas
en el inhóspito brezal, sendas de miedo y redención
como los salmos en latín de los entierros
que no era necesario traducir.
Zona B:
La historia cuenta los hechos consumados y no suele enjuiciar conductas reprobables, o lo hace cuando ya no es posible remediar el daño. Evitemos que el genocidio caiga en el olvido para no tener que arrepentirnos de nuestra pasividad.
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