Al final me he visto obligado a regresar,
tanto verde en los ojos hace aguas
y la visión se queda en blanco
imitando el arrastre de las nubes,
y aquí me tienes, resignado
a las maneras civilizadas del jardín,
comparando las arduas diagonales
de la concepción radial de los arriates
de domésticas flores con la magia
desordenada de los prados, sufro
de concentración, lo que antes me llegaba
a pasos lentos, modulado
por la quietud de los horarios, viene ahora
acelerado por el torbellino del calor,
pretende instalar el olvido entre mis hábitos
o me somete a juegos nemotécnicos
de los que ha sido eliminado el beneficio
de la distancia y de la perspectiva.
II
Ya no hay tórtolas ni diapasones ácidos
alzando el dedo para comenzar un trino,
los jilgueros han quedado atrás y se columpia
un arrullo gandul de repetición y de pereza
en el abeto desmochado, este es el reverso
sinfónico de todo lo escuchado,
palomas grises y páginas virtuales sollozando
el melodrama semanal y un nudo
mojado en la garganta de muy difícil solución,
salvo que acuda a las angustias
perimetrales de la dehesa donde todo
se mueve más despacio
entre el olor de la resina.
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