Soñé que allí
ya no quedaba nadie,
removí el ramaje, arrastré las hojas
con el rastrillo, supe
por el canto de un pájaro que en el suelo
aún palpitaba una lombriz,
empecé a cavar hasta encontrarla
y con ella de cebo me subí a la barca,
ya os contaré lo que ocurrió aquel día.
Zona B;
Parece que empieza ya a agrietarse la muralla de hierro que protegía al genocida. Acaso la leyenda de Josué se repita ahora con distinto signo y sea él quien caiga bajo el dictamen de una justicia más real que la del relato bíblico.
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