Ayer volví al museo,
intentaba asistir como un extraño
a la reposición de un mito familiar: Susana y los viejos,
un cuadro con el que tuve tratos hace mucho,
un enfermo difícil que había entrado en el taller
y volvía a la sala tras años de confinamiento,
la barba de los viejos dibujaba una cascada de nácar gris
que hacía resaltar la piel rosada
de una Susana casi adolescente, así lo recordaba yo,
sin embargo ahora los viejos exhibían en sus caras
medio rasuradas por la acción de disolventes
una lujuria juvenil que desnudaba de prejuicios a Susana
y me dejaba a mi como un mirón tardío.
Zona B:
Aunque intento soñar un futuro para Gaza la realidad es gris y maloliente, igual que el humo, igual que el polvo, igual que la miseria. ISRAEL Y USA RESPONSABLES. UE CÓMPLICE.
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