Acabé pensando
que mi gran amor sería una casa,
lo solariego no, lo modernista no,
lo funcional de la bauhaus, tampoco,
un arco bajo el que asome el sol a las catorce,
un suelo de losas sin pulir de corindón,
los pájaros tendrán un buen lugar para beber
y el agua será roja por efecto del mineral asilvestrado
que forma las acequias hasta el remanso del estanque,
habrá leones escupiendo sangre, el tren trasero herido
por la flecha de un inmortal de barba ensortijada,
un amor así, desnudo, como esculpido a ráfagas,
inútil como residencia, incapaz de guardar la intimidad,
abierto a la mirada cenital del alba, con la techumbre ausente
y con aroma a espliego y a jazmín para ahuyentar a los mosquitos.
Zona B:
De seguir así, llegará a ser lo hebreo, lo judío, un memorial de atroces atentados contra la esencia misma de la humanidad y hasta la música que se alzó de los versículos del Cantar de los cantares se volverá un gemido funeral.
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