Lo bueno -o malo- de soñar
es que a veces los sueños toman cuerpo
y algunos hasta llegan a cumplirse,
ese desnudo de mujer -o de hombre-,
esos vestidos tirados por el suelo
o colocados con excesivo mimo en el respaldo
de sillas altas, esa ventanas de alabastro ciego
que apenas dejan ver el otro lado, igual que los horóscopos
o las aleluyas que aseguran una felicidad deshabitada,
subes el último escalón y desde allí contemplas
los torpes engranajes que producen
una sensación de movimiento en la oruga atolondrada
por los efluvios del alcohol
guardado sin tapar en la redoma.
Zona B:
Un futuro sin profetas para un pueblo que basó en la profecía sus leyendas. En adelante han de resignarse a llamar las cosas por su nombre y dejar a un lado edulcorados eufemismos para denominar esa abominable práctica del exterminio del vecino. OJALÁ REGRESE JEREMÍAS.
No hay comentarios:
Publicar un comentario