Y ahora nueva deuda con la temporalidad,
las estaciones pisándose el terreno unas a otras,
los pájaros sin voz y sin embargo
me detengo a pensar en golondrinas,
cómo puede ser que también eso se deba a la costumbre,
no verlas ya si todo el campo las florece
como una ausencia innecesaria,
seguir mirando el cerco de barro en el alero tan pegado a la cal,
ensombrecer el gesto con la mano mirando para arriba,
si no hay mosquitos, si todo se reduce a charla de gorrión
y cacareo de incrédulas gallinas,
media cuesta de abril y aun no aparece
la tobalina de agua, tanto sabio refrán y el barro
sigue secándose en el alfar del río.
Zona B:
Israelíes: no os refugiéis en eso: no se os odia, en todo caso se os teme. Pero pensad en ello, es muy difícil que un sentimiento de fragilidad tan clara como el amor pueda arraigar en algo que se teme.
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