Sería así como se accede al canto
entre el verdor rojizo de lo nuevo,
sucediendo lo mismo que el dolor en la escritura,
gota a gota, subiendo por milímetros, a punto
de convertirse en pájaro o ramaje o despilfarro de abril,
dejándose la piel entre las zarzas aún dormidas, forzando
unas tablas que saben a victoria en el portal de mayo,
sucediendo, subiendo, convirtiéndose en nota
lo mismo que el jilguero se convierte en milagro,
y servirá de algo saber cómo sucede
más allá de pararse, alzar la vista y escudriñar sin ver entre el ramaje
el lugar donde nace o se supone
el inquieto milagro de la música?
Zona B:
Moisés concitó su mala suerte al golpear la roca por segunda vez. El agua que manó era agua amarga. Acaso una ya fuera demasiado, pero dos era como desafiar al destino caprichoso. (Profecías laicas)
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