Él se vistió de gris usando
la desnudez fingida de los pobres,
no era dios o no lo parecía
visto desde el filo de la mendicidad, refugio
de temores altos, con temblor de hocico que se acerca
alimenticiamente hasta el veneno,
nos preguntábamos
si alguien que trabajase la madera
se atrevería a convivir con algo así,
firmar abajo con su nombre, no avergonzarse de él
y hacerle libre una vez insuflada la materia,
acaso el mundo estuviera regresando a los temblores de la maternidad
sin depender del aire humedecido de la primavera.
Zona B:
Se veía avanzar por el desierto la gran muralla de la arena. Nadie la empujaba. el viento mantenía su neutralidad, pero empezaba a oírse el rumor inequívoco, lejano, del simún.
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