Largos varales de castaño,
del lado norte llega el aire redentor,
hay un olor a pimentón y orégano,
la carne magra cuelga ahí para curarse,
su enfermedad era la vida
aunque no sea la muerte su remedio,
ahora toca esperar a que el milagro
viole la oscuridad del secadero
y ordene a Lázaro salir, momificada el ama
y el cuerpo sometido a transustanciación,
el pan y el vino sobre el sudario de la mesa
que Marta ya ha dispuesto,
María se alimenta contemplando este afligido bodegón,
con ella está la gracia.
Zona B:
"No permitáis que el tejón regrese a su guarida sin haber satisfecho el hambre; acabará soñando que es comida todo lo que se mueve alrededor". (Gr, 3, 2l)
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