martes, 30 de abril de 2024

En la sala de despiece se paraba a mirar las reses suspendidas y cerraba los ojos poniéndose de espaldas, todo para ver si era capaz de acertar sin titubeos a qué lado quedaba el corazón bajo la esponja rosada de los bofes y las bridas de plata de los tendones; imaginaba la segunda infancia de un ternero, apoyado en el muñón de las rodillas, haciendo boca abajo el recorrido del tiovivo hasta perderse tras los tiras de plástico del túnel

 




Una ciudad nocturna,

sus arrabales buscan otra edad,

no quedarse en el apeadero de los años,

no recuerda su nombre, junta letras

a las que el óxido da un color de fuego,

y así es, algo arde bajo el puente,

y el abecedario mira confiando en esa luz temblona,

no le da tiempo a organizar un verso, algo

que se memorice fácilmente, el amor asonante de la luna 

haciendo de pupila en las arcadas,

son ventajas visuales de la escarcha

sobre hierba quemada, no le da tiempo a recitar

y el agua paralizada bajo el hielo mira

con los ojos de Ofelia cómo se pasa la vida,

como se viene la muerte, tan callando.



Zona B:

Un cordón de hierro les alejará del mar y el desierto con hambre acabará con los que logren salir con vida tras el fuego.                                                                                       (Profecías laicas)


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