Llega otra vez
ese dios diminuto nacido en grieta
con su armonioso ruido de liturgias,
una vida en curva, feliz e inútil, y en progresión continua
hacia la apraxia, se queda ahí en fase decreciente,
con la interrogación colgando y el rubor
tiñendo apenas su desnudez de larva,
miedo a que se acerque y llegue su silencioso aliento,
huele a cielo raso acabado de pintar,
pero se aparta el carbonato y abre
una ventana azul en la pared tan blanca.
Zona B:
Israelíes: ¿acaso nos queréis decir que hemos de temeros como raza ofendida o que el recuerdo de la ofensa va a durar más que la historia? Cualquier río llega al mar si antes no lo secan los rigores del camino.
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