Siempre en ese orden,
el primer muerto es el que luce un color más oscuro,
el ocre canceló su hielo, su enmudecido horror,
le deslumbró el pincel que despejaba una tierra dormida
sobre los arcos de sus cuencas, tomó esa posición fetal
pensando en siglos donde arqueología y fe vinieran
con lámparas votivas a rescatar los restos de su historia,
tras él cayó el acólito, él sostenía en alto su carcaj
con las flechas a mano, era un experto silbador y daba
las órdenes por sublimación, tras mirar las entrañas de los sacrificados,
su miedo era, pues, subordinado, colocaba las caperuzas a las armas
para que no brillaran, así creaba noches en el corazón del día,
paraba el sol o hacía trampas al traducir las curvas de los mapas,
su lugar en el sur, con la mirada vuelta hacia su propio ombligo,
condenado a no ver o ver tan sólo el desastre final, las armas
destocadas, con el óxido chorreando como sangre,
en puro deshonor para plantar batalla
a las horas de luz que ya despuntan.
Zona B:
Alguien ha descubierto que el sistema métrico decimal es antisemita. Por eso al medir la gravedad de los ataques hemos de usar otro sistema, dependiendo de si es Netanyahu el que masacra o es Irán exhibiendo sus cohetes de fogueo para contestar a la provocación.