miércoles, 10 de mayo de 2017

Mascarada

Ser el primero no siempre representa una ventaja. Según los casos se tiende a valorar la primicia como un derecho a honor, a posesión, incluso a sabiduría, cuando lo normal es que el primero sea el más expuesto a los imprevistos del azar. La atribución de algo a alguien por el único mérito de haber pasado por el lugar antes que nadie da como resultado esa ridícula figura del Colón de turno tomando posesión de un mundo que acabará devorándole. En mi caso no hay duda, y a pesar de que mi primacía sea más producto de leyenda que de hecho real, mi nombre irá asociado siempre a primera sangre, mi vagabundeo a condena más que a desarraigo, mi soledad a rechazo más que a inadaptación, siempre arrastrando una apariencia impuesta por un poder ajeno a mí y opuesto a mis deseos.
Cuando el tiempo desgaste este disfraz y muestre mi verdadero personaje, acaso ya nadie recuerde el sentido original de la comedia e incluso puede que no haya nadie esperando a que la caída del telón aporte alguna claridad a tanto enredo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario