Un corazón que no respira
Regresa ahora esa aureola
de crueldad con bufanda, vuelve
a sonar la mística del lobo
humanizado del romance,
(-y aún ha de arder mucha leña en el hogar-),
mira
qué hermosos dientes, tan frotados
de palabrería colutoria, frases
con la medida justa, atentas
a la eufonía y al decoro,
nadie
pregunta por la sangre
que embeben las alfombras, pero se hace
el ademán de santiguarse
cuando desaparece tras la esquina
el rabo del demonio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario