Todo el caudal y toda fuente
Hay días en que parece
que incluso dios existe, no ese
desequilibrio sensorial de los principios
oscuros, sino el pálpito breve
de una luz no deslumbrante que seduce
sin quemar ni hacer esclavas las miradas
entonces vuela
sin techo la inocencia y todo
lo acumulado en el lugar del debe
es agua que equilibra
la sed comunicante justo hasta que el labio
vuelve a quedarse seco
y no de dios ni de desierto
sino de renovada sed.
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