domingo, 24 de junio de 2018

Arreos de batalla



Lo fácil es 
que espuela toque pelo,
sin sangre todavía,
no dolor, no caballo
ardiendo como surtidor 
de cómic bárbaro.

Homero amaba los caballos, era
el auriga ciego y sin ramal 
del aire encabritado, potro
de la imaginación,

y Aquiles, el infante
de pies ligeros recogía 
el oro de las dunas
al cepillar por las mañanas
el sueño transpirado
en las brillantes ancas 
de Janto y Balio, sus iguales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario