miércoles, 20 de junio de 2018
Lo falso
La crucifixión
cuelga de un hilo, pese a esa
arqueología miserable
de tres o cuatro clavos
comprados en los chinos ya con óxido.
Un aire apócrifo la aclama
como la más libresca y rebuscada forma
de romanizar los excedentes,
como si no esperara ya nuevas maneras.
Aquella sociedad amaba el crimen
por el que algunos recibían
el obsequio en madera con palabras
incisas, a lo etrusco: media luna
y una sonrisa lateral
que domesticaba el sufrimiento.
A la muerte
le resulta difícil innovar.
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