martes, 9 de julio de 2019

En las horas sin nombre





Se ha parado el reloj de la mañana
hipnotizado por el sol,
mira
como cuaja la leche del domingo
con el fermento semanal, un queso
con ventanas azules y una larga
memoria columpiándose
en comparaciones caprichosas,

sube el vaho
del gregoriano coloquial doblando
en latines sin rumbo aquella fórmula
tan simple de la anunciación:
benditos
los ojos de la ingenuidad,

todo
de rodillas, esperando
el estampido blanco del cohete
que ha de despertar de la modorra
a las horas sin nombre.





que despabile la modorra
de las horas sin nombre.

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