Lejos del oráculo
No toda zoología
pictórica permite al animal
hablar el justo idioma
que le comunique con los hombres,
entre toda esa fauna
me quedo con el cuervo
que lleva luz y pan al negro
corazón del ermitaño,
o el león de rousseau,
tan sefardí y lacustre,
con un silencio castellano
saliendo por los ojos.
Ni hablar de las serpientes
o de las paráclitas palomas
que hablan lengua de dioses.
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