En los sueños inciertos
de las noches del niño
cuando el panorama se oscurece
siempre hay una voz caliente
recordando que al final
terminará triunfando la tozuda
manía del sol por imponerse
a improbables pronósticos,
cuesta mucho
salir a flote en esa bruma
pegajosa del miedo
sólo cuando esa voz se escucha
aparece la madre,
y su dedo terapéutico
recorre nuestra piel
hasta que regresa
el rictus del descanso.
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