jueves, 4 de julio de 2019

Se acerca por el sur una balada



Me arrimé a la orilla
para ver pasar la precaria columna 
del apocalipsis de johnny cash, 
ni siquiera el aire se inmuta cuando se alza
el palio lumpen de polvo amarillento
que ha de envolver una liturgia
de lenta y oxidada transgresión,

una historia maciza, relatada
con flojedad impune, 
suena al goteo de sangre imaginaria
tan densa como la conciencia
de los espectadores que golpean
con sus tacones las maderas del bar,

¿qué música conviene
a esta anestesia que galopa
por la venas abiertas, debes
pedir cuentas a dios o dar las buenas noches
antes de acostarte sin que el sueño
te haya anunciado su visita?





Zona B

Los personajes oscuros se han ganado una necrológica con brillo a fuerza de incomodar y hacer difíciles las horas de digestión cuando la música ya se ha callado. Siguen vivos los ácidos que borran toda nitidez entre lo bueno, lo formal y lo inconveniente. Nunca estos sonidos hablarán del mal. Eso sí, permitirán que aflore, que esté ahí con iguales derechos que otras opciones, pero sin darle una categoría negativa o positiva.
Volar tan bajo puede cegar la perspectiva.
Y ¿a quien le importa, si la voz que se desangra es la misma que ha decidido narrar con la anestesia de la indiferencia episodios sin luz y sin valoraciones morales? 
Ningún capricho quedará impune, aunque la única justicia aplicada sea la de poder conocer una versión parcial de cómo ha sucedido. 

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