lunes, 29 de julio de 2019

Los encerados de la escuela




Históricamente no, pero podría
retroceder a aquellos huecos
donde se alojaba el humo,

sólo en la escuela
alentado por la estufa del maestro
el tiempo se iba derritiendo,

fuera de allí no había 
ni reloj ni memoria,
todo era intemperie y seriedad
sin apenas sonrisas, 

                                    luego
la noche lo igualaba todo:
la nieve, la bombilla, la llamita
de aceite o el carburo
como signo de modernidad,

amenazado siempre
por el gusano secular del miedo.

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