lunes, 2 de diciembre de 2019

Desde el ojo del cuervo




Subido a roble 
como capricho del invierno,
qué vigilas, rama, teodolito en ristre
sobre campo de gules desangrado,

(nieva
desde su perspectiva, sueños
de color en vitrina que hacen
del día un calendario
sacado de estaciones agotadas), 

y ¿qué prefieres, este
silencioso plano o algo
del frufrú correoso que nos hizo oír
desde tan lejos samaniego?

vengo 
de aquí, no tengo
sellos en el pasaporte y nunca
me gustó el sabor a queso, sólo
su redondez de luna.




(Zona B)

En la entrada de su blog  Perros en la playa habla hoy Jordi 12 de las secuelas que algunas lecturas nos dejan, sea por la excelente atmósfera que crean a nuestro alrededor o por la contraria sensación de  frustrada expectativa.
En mi caso el furioso lector de antaño se ha ido serenando, por cansancio o por saturación, ante la evidencia de que a la mayoría de las lecturas le sobran páginas.
("El tiempo lineal de la eficacia, del trabajo productivo, no soporta ese otro tiempo curvado por la fuerza de gravedad del libro·.)  Digamos de pasada que también va en contra de la prolijidad argumental de tantas literaturas artificialmente infladas sin necesidad.
Por eso vuelvo siempre a fuentes inagotables.



















Zona B

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