viernes, 21 de agosto de 2020

Las praderas del diluvio




Ven por aquí, arroyo,
ven a llorar conmigo
la desolación ahogada de la hierba,
no ha de ser el agua, no, quien ponga
en aprietos su respiración
ni quien arrastre
el nido de la codorniz, tan rezadora,
o el canto de culebra, precursor
de tormenta a pleno sol,

a estos cito yo, los lloros
de la generación que todavía
no aprendió a nadar,
                                    prueba
a repoblar la acequia y traza
una diagonal sobre pantanos
dormidos en laurel, que ahora,
con tantas prisas, ni el rocío
ha bajado a charlar por la mañana.

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