Quizá no tanto ulises
por su sonoridad como por raro
quiso escuchar un canto de sirena,
una sola vez se augura
la unidad del prodigio y otras
tantas engañadoras citas
lo van contando por ahí
con el temblor del crótalo
que enmudeció de envidia
sin poder replicarlo,
porque al final
sólo el silencio queda
y de nada sirve la memoria.
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