Por un momento me sentí feliz,
mi sangre
volvía a hervir al ritmo
de las mañanas jubilosas
en las que el tiempo se miraba
en un espejo cóncavo.
Al lado
estaban las palabras de la estrella
en eclipse parcial, desmenuzadas
en letra bastardilla para un híbrido
suplemento social de diario impreso.
Lo tengo todo, pero nadie
lo sabe y eso me hace
sentirme el más pobre de los pobres,
decía con sonido amargo.
Yo, que sólo tengo el aire
de mi respiración, doblé la hoja
y la convertí en avioncito de papel.
Ve a buscarle y dile
que yo también lo tengo todo.
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