viernes, 4 de enero de 2019
Ni génesis ni historia
Salieron hombres de la nada, antes eran
pujanza y amor propio, -lo sin palabra-
la forma cónica de dios estaba quieta,
sin torbellino, sin la cola de chispas
que desprende al girar el esmeril y apuntaba todo
a esa bastardilla de los ángulos muertos
con que la historia narra algo lateral.
Y no eran narración ni geiser
de vaporoso idioma, estaban
de pie sobre la nada y se acostaban
en su propia sombra para darse
calor, forma, latido y convulsión, que todos
vieran que la vida los tomaba del brazo
con ese gesto grave
que precede a las arcadas de la transfiguración.
Estar allí en ese momento y escuchar la palabra,
eso
sólo pudo hacerlo la irreductible soledad.
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