martes, 15 de enero de 2019

Ni siquiera esas lágrimas fingidas





El verano llegó con tanta fuerza
que dobló al mes por la mitad, antes
del veintiuno, y así, con una primavera coja
que aún conservaba algunos ramos
de flores en el desván, los duelos
de abril ardieron
en la disciplina del calor dejando
una triste nota de flojera ante el furioso
torbellino de julio,
                                  pero el rabo 
de cebolla con que marzo 
suele hacer llorar a los que apuran
los espejos de la autocomplacencia 
provocó gran revuelo, los meses ya vencidos
se vinieron arriba y con la ayuda
del latiguillo helado de febrero 
convencieron al aire de jugar al frío.
Y llenaron las crónicas de furia.

Nadie se lo creyó, pero en las fotos
aparece la nieve en pleno julio.


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