domingo, 7 de abril de 2019
Las palabras que nunca se borran
Recuerdo aquellas altas
temperaturas de la narración
cuando el abuelo hablaba
de un frasco maliciado
por un hechizo blanco, siempre
dejaba el tono en alto
como para descansar y retomar un pulso
más llevadero cuesta abajo,
contaba que tampoco él llegó a creerlo
cuando se deslizaba
por la resbaladiza geometría
de los años en negro,
tuvo tiempo más tarde
para espiar por la ranura
de la indiscreción los cambios
de indumentaria con que algunos
misterios se transforman
en realidades cotidianas.
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