martes, 30 de abril de 2019

A quién no le ha ocurrido alguna vez





Cuando vino a tomar el aperitivo
descendió andando de los cielos
igual que las palomas o los cuervos
que juegan a las damas y se esconden
en la cuadrícula contraria a su color

habló de crucigramas, del dolor, del precio
que degrada el mercadeo de las cosas,
de la dificultad de hacerle un hueco
en el paladar al encurtido 
junto al sabor rubí que abre la fiesta
del vermú entre semana

puso énfasis 
en la tarea secundaria de dibujar una corona
de laurel en el soporte humilde de la servilleta

y al despedirse
dejó bailando una moneda sobre la mesa 
decorada con círculos acuosos

y nadie reparó en la magia
que acabó disipándose como su presencia. 



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