viernes, 26 de abril de 2019
En el fiero dibujo de lo seco
De puntillas
te adentras en el páramo
días y días sin beber si no es el horizonte
entre salmos y luciérnagas boreales
siguiendo el terco afán del anacoreta
que muele harina de langostas
salpicada de meditación y otros hallazgos
a un lado la opinión común y al otro
la soledad de una consigna
bordoneando el silencio como un tábano
te ahogas en un único argumento
que podrá volverse contra ti cuando descubras
que da igual avanzar que detenerse
no saber a dónde ir o a qué dios debe
tributo este desierto
por tanta maravilla desbocada
aunque en el fondo te consuela no saberlo.
ZONA B
Nuevamente la ocasión perdida, el Cervantes a la poesía vuelve a ser un remolino de polvo que sucede en el exterior del recinto académico, dentro los invitados, los próceres del decir protegidos del turbión o del tornado, -lo mismo da-, y la voz menuda, sólida y entrañable de la poeta, embalsamada para la historia, envuelta en hojas de periódico o entreverada con ráfagas publicitarias en la radio que informa sobre todo de política mendaz.
Vuelve la poesía, pero obligada a mantener distancias, narcotizada en el alcanfor de los chaquets alquilados, escondiendo papada y aguantando respiración para ofrecer el perfil de tísico decimonónico, mientras el agua mansa del arroyo se pierde en las arenas circundantes sin llegar a sus destinatarios naturales.
Difícil es que con estas hormas tan arcaicas pueda conectarse el sentido poético del lector común con el manantial de donde parte.
Ocurren estos fastos para autocomplacencia de los áulicos. Los destinatarios naturales seguirán sin enterarse de que un día como el 23 de abril se pudo haber oído la voz de una poeta integral
pero el ruido circunstante volvió a impedirlo.
Qué pena, Ida Vitale, tú tan fresca e infantil a estas alturas, tan auténtica.
Y que un próximo sueño haga aparecer a Olvido García Valdés por esa puerta. Su fórmula nos ayudará a salir del círculo endogámico con su lenguaje universal.
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