sábado, 8 de junio de 2019
Casi nadie comienza por Homero
Aún sigo preguntándome
tantos años después cómo pudieron
atar al mástil al altivo ulises,
ellos, los cegados con cera,
los negados al placer del canto,
los forzados del remo que tuvieron
que poner agua por medio, ellos
vieron los ojos giradores
del prisionero, la membrana
caudal de las sirenas, nunca
sus cuerpos de mujer ni las promesas
de eternidad de aquel regreso,
sesenta y tantos años,
y como entonces
sigue humeando a los lejos
una memoria que confunde
la troya que arde con la llama
del doméstico fuego de penélope.
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