Los arenales móviles
Llega el tiempo
de doblar la voz a alguien
que nunca dijo nada,
pensaba en alto, como el viento
obligado a pasar por la ranura
de la improvisación,
dejó en la arena
unas huellas borrosas, algo
de espuma blanca y la sospecha
de un idioma de signos esgrafiados
en un hueso de sepia.
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