Lugares a los que nunca llegas
En estas latitudes
la llegada de junio es forastera,
también yo llego así, sin prendas
de vestir adecuadas ni herramientas
para segar la hierba o defenderme
de la embestida del silencio,
sufro cada mañana
la puntualidad del sol, la niebla
alzándose despacio -su virtuosa
pereza en el paisaje- como si algo
grandioso fuera a suceder.
Pero todo aquí
sucede en línea recta, sometido
al riguroso escorzo de la aguja
huérfana del reloj de sol.
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