viernes, 7 de junio de 2019
En los jardines verticales
No huele a sal como los aires
del mar, pero a veces arde
con llama quieta, entretenida
en contemplaciones secundarias,
la celulosa tiende
a un rancio coloquial, amable
por su mansedumbre sedentaria,
así es la estantería
donde pernoctan en penumbra libros,
papeles huérfanos, fantasmas
de historias no contadas aún,
ácaros y polvo sobrados de épica,
no huele a Hesíodo, aunque a veces
podría recordar a Homero
por su historicidad dificultosa,
esas cosas
imprescindibles que a menudo
se burlan de nosotros ocultando
su presencia entre los electroduendes
con que llenamos nuestras vidas.
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