Un rito iconográfico
En la pared de la memoria
sigue colgando la acuarela
de tu juventud plasmada
en tonos agridulces,
y en un banco extranjero
se acumula el odio suficiente
para protegerte de tus aduladores,
ese será el sonido que acompañe
a tu campana de cristal
llevada en carro funerario
de seis ceros rodantes hacia el limbo
de una inodora inmortalidad.
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