domingo, 18 de noviembre de 2018

Dejar el corazón a medias




En una tarde Pollock 
consiguió reunir diez mil insectos, 
estos, 
pastoreados por el hilo negro
que devanaba Krasner, se vieron
llovidos en la pálida intemperie
del lienzo crudo, lleno
de silicatos reducidos
a simple harina de enlucir.
No era
material comestible, ni siquiera
invitaba a la sed, por eso
Jackson lo dejó secando
mientras el rubio alcohol le dibujaba
un aura diminuta
en el occipital no pensativo.

Ese mismo día,
sin contárselo a Lee,
se compró el Oldsmobile.

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