sábado, 10 de noviembre de 2018

En él hicieron nido las abejas




La eterna imagen del lector abriendo
una nueva puerta, tiene
los ojos empeñados
en otra luz, las manos
acariciando formas
que nunca 
se dejaron tocar, los labios
levemente apretados, sorbiendo
los mocos descuidadamente.

Después de tantos siglos
no se ha logrado mejorar
ese incómodo retablo donde
nada es lo que parece.

Aunque persista ese remilgo
de autoadoración, -los hombres
poniendo velas a los hombres-,
es algo que da risa.




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