Agenda
Huir del rataplán,
como mucho
ese silencio hablado,
percutido a veces
por una música lejana.
Tener tiempo de sobra para hacerse
entender por lo que vive
y vivir entendiendo.
O un benigno sol que ayude
a identificar cada detalle
no explícito en una vista general,
paso a paso en la escala de las horas
más lentas e imprecisas.
Y conformarse
con lo que sobra al aire, con la rara
sal que hace perenne el espectáculo
de un crepúsculo sangrante.
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