miércoles, 21 de agosto de 2019
El manantial de la ceguera
Vuelven
a rodar a mis pies esas monedas
inertes de la incomprensión,
el cobre fecundado
por un óxido verde que lo eleva
al oro vegetal de la memoria,
no saber es el precio
del exceso, cuando llamas
luz al resplandor que ciega
y no a la fuente
de la iluminada epifanía,
se supone a dios en la encriptada
herrumbre del misterio, pero
no ha de venir de ahí más enseñanza
que la que uno mismo saque
del sílex golpeado,
las esquirlas de fuego
que convierten la noche en navegable.
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